La Guajira, una hermosa región ubicada al norte de Colombia, es hogar de la comunidad indígena Wayuu. Sin embargo, detrás de su rica cultura y tradiciones ancestrales, se esconde una realidad desgarradora: la desnutrición infantil que afecta de manera alarmante a los niños Wayuu. Este escrito se adentra en la tragedia que se vive en mi región y destaca los esfuerzos de diferentes actores para combatir esta situación, pero que han sido inútiles, porque las cifras siguen creciendo y son aterradoras.
Comencemos por hablar de aquellas madres que ven con dolor como sus hijos se mueren de física hambre, por las difíciles condiciones en las que viven sus comunidades: la falta de acceso a agua potable, el desempleo, la escasez de alimentos nutritivos y la pobreza extrema, son causas profundas de la desnutrición entre los niños Wayuu.
La falta de acceso a una alimentación adecuada, la falta de atención médica y la pobreza crónica son otros factores determinantes. La sequía recurrente en La Guajira también juega un papel importante, ya que afecta la producción de alimentos. Ante esta situación desesperada, diferentes organizaciones y actores gubernamentales se han unido para enfrentar la crisis. Destacamos los esfuerzos de ONG, instituciones educativas y organismos internacionales que han trabajado en programas de nutrición, suministro de alimentos y acceso a agua potable. Estas iniciativas buscan proporcionar a la comunidad Wayuu las herramientas necesarias para superar la desnutrición y construir un futuro más saludable.
Para hablar sobre este tema, es deber nombrar sobre la importancia de respetar la autonomía, los usos y costumbres de la cultura Wayuu, que muchas veces son una barrera entre la vida y la muerte, ya que muchas de las soluciones propuestas deben ser sostenibles y diseñadas en conjunto con la comunidad, teniendo en cuenta sus tradiciones y conocimientos ancestrales, y los líderes Wayuu han trabajado para fortalecer la participación comunitaria y empoderar a su pueblo en la toma de decisiones sobre su propio futuro, pero que sus creencias a los niños los deja en el último lugar dentro del hogar, los pocos alimentos que la madre consigue con las artesanías que produce y vende, deben ser según su cultura para alimentar al varón de la casa o padre, y la madre y los niños se alimentan si luego de comer papá, hay para el resto de la familia.
Las muertes por desnutrición de niños Wayuu en La Guajira revelan una realidad dolorosa, pero también destaca la valiosa labor de aquellos que se han unido para combatir esta tragedia. A medida que el grito de auxilio de la comunidad Wayuu se hace más fuerte, las voces de esperanza también se alzan para promover el cambio y garantizar un futuro mejor para los niños Wayuu. Que esta crónica sirva como una llamada de atención para tomar medidas urgentes y asegurar que ningún niño vuelva a sucumbir ante la desnutrición en esta región de Colombia.
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